Mi Historia con Linux: De Windows a la Libertad del Software Abierto
Introduccion
Corría el año 2021 cuando la empresa de las "ventanas" (Microsoft) anunció Windows 11. En ese entonces, yo era un insider y probaba las nuevas versiones antes que la mayoría de los usuarios. Mi computadora no era compatible con Windows 11, pero como parte del programa insider, me permitieron actualizar a la nueva versión. Al ver lo que iba a ser Windows 11, no sé qué me pasó, pero algo en mí no me convenció. Fue entonces cuando un usuario de un grupo de Telegram me habló de las distribuciones de Linux. Siempre había escuchado que Linux era muy difícil de usar, y que todo se manejaba a través de la terminal, lo cual me generaba mucha incertidumbre.
Mi Primer Encuentro con Ubuntu
La primera distribución de Linux que probé fue Ubuntu. Utilicé Rufus para crear un pendrive booteable y, para mi sorpresa, el proceso de instalación fue mucho más fácil que el de Windows. Ubuntu venía con el instalador Calamares, un asistente gráfico que simplificaba la instalación: bastaba con poner el nombre del equipo, dejar las configuraciones predeterminadas, hacer un par de clics y ¡listo! Tenía Ubuntu instalado.
Mi primer escritorio fue GNOME 40, un entorno de trabajo visualmente similar a macOS. Me sorprendió mucho lo fluido que funcionaba; de hecho, iba mucho mejor que Windows. No lo podía creer.
Descubrimiento de Alternativas a Programas Propietario
En cuanto a las aplicaciones, la verdad es que me encontré con varias sorpresas. Por ejemplo, LibreOffice, una suite ofimática libre que no requiere licencias. Esto me sorprendió mucho, ya que en Windows yo utilizaba Microsoft Office, claro, de manera no oficial. Otro descubrimiento que me dejó impresionado fue GIMP, un programa de edición de imágenes similar a Photoshop, pero completamente libre y sin necesidad de licencias de Adobe. No podía creer que existieran alternativas tan potentes y sin costo alguno.
El Cambio a Debian y el Reto de la Estabilidad
Después de un tiempo en Ubuntu, decidí buscar algo diferente, ya que siempre me ha gustado probar cosas nuevas. Algunos usuarios más experimentados me comentaron que Ubuntu tenía mucha telemetría y que los paquetes Snap no eran ideales. Decidí entonces probar Debian. Si bien es una distribución extremadamente estable, no la recomiendo para novatos, ya que la instalación no es tan amigable como la de Ubuntu. Además, por ese entonces no estaban los controladores privativos, lo que me dio muchos problemas con mi tarjeta de red. Afortunadamente, eso ya no ocurre.
La principal razón por la que dejé Debian fue la actualización de los paquetes. Debian es muy conservadora en ese aspecto y los paquetes suelen estar bastante desactualizados en su versión estable, lo que resultaba frustrante.
El Salto a Fedora y KDE Plasma
Luego de mi paso por Debian, alguien me habló de Fedora, una distribución semi rolling release con paquetes .rpm. Decidí probarla y me sorprendió gratamente. Sin embargo, tuve que usar la terminal para instalar ciertos paquetes como RPM Fusion, ya que no venían preinstalados. A pesar de eso, la experiencia fue buena, y Fedora me ofreció una base bastante sólida para trabajar.
Un día, un amigo me recomendó KDE Plasma, un escritorio increíblemente personalizable. Hasta ese momento, no conocía las diferentes opciones de escritorios y gestores de ventanas en Linux. Instalé la versión de Fedora con KDE Plasma y me encantó la flexibilidad que ofrecía. La personalización era impresionante y el rendimiento, excelente.
Manjaro: La Aventura con Arch
Después de un tiempo, me compré otro ordenador y decidí seguir utilizando Fedora, hasta que descubrí Manjaro, una distribución basada en Arch Linux que es semi rolling release. Al principio, todo iba bien, pero un día me encontré con un kernel panic, algo que jamás había experimentado. Después de investigar un poco, me di cuenta de que Manjaro era propensa a este tipo de errores, lo cual me desanimó un poco.
Big Linux: Una Sorpresa Grata
Un día, apareció un video de YouTube sobre Big Linux, una distribución basada en Manjaro. Aunque al principio me echaba para atrás que fuera de la misma familia, me sorprendió gratamente. Big Linux se mostró como una distribución muy robusta, que permitía instalar paquetes .rpm y .deb, lo que le daba mucha flexibilidad. También me hizo descubrir mi navegador favorito: Brave, que venía preinstalado.
El Reto de Arch Linux
Después de un año con Big Linux, decidí probar algo más "avanzado" y me lancé a la instalación de Arch Linux. Opté por instalarlo "a la vieja usanza", utilizando el instalador de Arch, archinstall, que por aquel entonces estaba disponible. Estuve unos tres meses con Arch, pero tuve varios problemas, sobre todo con el demonio ssh, que no funcionaba de manera estable. Dado que utilizo KDE Connect y el acceso remoto por ssh es imprescindible para mí, decidí cambiar de distribución.
EndeavourOS: La Estabilidad que Buscaba
Finalmente, encontré EndeavourOS, una distribución basada en Arch Linux, que resultó ser exactamente lo que buscaba. Estaba mucho más pulida y estable que Arch puro, y el rendimiento era excelente. Actualmente, utilizo EndeavourOS con el escritorio GNOME y el kernel de Arch. Mi experiencia con esta distribución ha sido inmejorable.
Conclusión
Y esa es mi historia con Linux: una transición desde Windows, pasando por varias distribuciones y escritorios, hasta encontrar la estabilidad y el rendimiento que buscaba. Si estás pensando en probar Linux, te animo a que lo hagas. La comunidad de Linux es increíblemente receptiva y, aunque al principio puede parecer difícil, pronto te darás cuenta de las ventajas de usar un sistema libre y abierto.
Posdata: Mañana hablaré de mi historia con Android, que también tiene varios giros interesantes. ¡No te lo pierdas!
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